El anuncio del regreso de Philip Rivers a la NFL, con 44 años y a casi un lustro de distancia de haber disputado su último snap como profesional, oposita a ser la historia de la temporada.
Mucha gente ha cuestionado las motivaciones que llevaron a Rivers a interrumpir su gestión como entrenador de preparatoria y renunciar a la imperturbabilidad de la costa de Alabama, donde vive con su esposa, sus ¡10 hijos! y su nieto, para embarcarse en una nueva aventura con unos Colts lastrados por las lesiones de Daniel Jones, Anthony Richardson y Riley Leonard en la posición de quarterback.
Hay dos grandes razones que explican el regreso de Rivers —un espécimen dignísimo del arquetipo del "hombre fuerte y silencioso" que encarnó el actor de cine clásico Gary Cooper y que reivindicó Tony Soprano en su primera sesión de terapia con la doctora Jennifer Melfi–: su indomable gen competitivo y su estrecha relación con Shane Steichen, el actual entrenador en jefe de Indianápolis, con quien no solo mantiene una amistad desde 2019, sino con el que ha sostenido un profuso e inagotable intercambio de ideas en torno al futbol americano.

De hecho, como matizaba JJ Watt, el sistema que utilizaba Rivers como entrenador de preparatoria en St. Michael Catholic High School, en el que su hijo Gunnar desempeña el rol de quarterback, es el mismo que ha distinguido a Steichen desde sus tiempos como coordinador ofensivo de los Chargers y los Eagles y como responsable absoluto de los Colts. Así que en términos estrictamente conceptuales, el aterrizaje de Rivers no supondría un problema en lo absoluto.
Respecto a su estado físico, la prensa no tuvo reparo en cuestionarlo sobre su talla durante su primera aparición en público como jugador NFL, después de cinco años en el retiro. "¿Cuánto peso? Bueno, definitivamente no es lo que pesaba en aquella despedida en Buffalo, aunque de cualquier manera nunca me he distinguido por ser muy escurridizo", dijo con una fina capa de ironía.
En esa misma rueda de prensa, Rivers argumentó que, pese a estar consciente de que la liga que dejó en 2020 es completamente distinta a la de 2025, todo este tiempo se ha obligado a ver y desmontar partidos de los Chargers y de los Colts para mantenerse al tanto de los cambios de guión alrededor de la NFL a nivel de tendencias.
El solo hecho de que Philip Rivers se asome a un campo de juego con 44 años como bombero emergente lo emparenta con el Billy Chapel de Por amor al juego, aquel pitcher veterano interpretado por Kevin Costner que, en palabras del legendario relator Vin Scully, estaba "lanzando contra el tiempo, contra el futuro, contra la edad, contra el final".



